Nadie es eterno en el mundo

El rey del despecho, Darío Gómez, es la inspiración de Wendy Jiménez (Adriana Bottina), una cantante popular que lucha por demostrarle al mundo que su talento está por encima de las adversidades. Rancheras, corridos, boleros y valses forman parte de la vida de Wendy, una joven que, pese a su origen humilde, lucha por ganarse un espacio como cantante y sueña con el amor de un hombre de la alta sociedad. En su camino, sin embargo, tropieza con personas que sólo buscan usarla o desprestigiarla, pero también con otras que valoran su esfuerzo.

Wendy se enamora de Gabriel (Juan Pablo Posada), el dueño de una disquera exitosa y prometido de Silvia (Patricia Vásquez), una mujer de su misma clase social. Él, sin embargo, se ilusiona con la artista romántica e ingenua, al punto de cancelar su matrimonio. A su vez, Silvia, en una cruzada por salvar su relación con Gabriel, se encarga de desprestigiar a esta mujer humilde, estrategia que termina por acabar con la corta ilusión entre el empresario y Wendy. El fracaso sentimental de la artista hace que su vida quede marcada por el dolor.

Nadie es eterno en el mundo es un melodrama clásico que le apuesta al género musical, al igual que "Escalona" y "Pero sigo siendo El Rey", producciones que rescataron el sentimiento popular. Por eso, su columna vertebral son las canciones de Darío Gómez, el rey del despecho.