La Guerrera

Morena (Nanda Costa) es una chica muy fuerte y humilde, vive en un barrio muy pobre de Río de Janeiro. Criada en una favela, hija de Lucimar (Dira Paes) y madre de Júnior (Luiz Felipe Mello). Es ahí dónde conoce a Théo (Rodrigo Lombardi), oficial de caballería del ejército, devoto de San Jorge, como tantos brasileros. Él queda encantado con su espontánea sensualidad. Se enamoran, sin saber que el amor no siempre supera las dificultades.

Presionada por graves problemas financieros, Morena recibe una gran oportunidad de empleo por parte de Wanda (Totia Meireles), una traficante de personas y cómplice de Lívia (Cláudia Raia) para trabajar, por algunos meses, fuera del país. Lívia Marín es una mujer sofisticada, refinada e inteligente, de conducta aparentemente intachable. Se presenta como una agente de talentos artísticos, con contactos en el mundo de la moda y del arte. En función de esas actividades, acostumbra a pasar largas temporadas fuera de Brasil. Lo que nadie sospecha es que Lívia en realidad es jefa de una red internacional de tráfico de personas, crimen con que genera miles de millones de dólares al año.

Lívia es pieza clave en el negocio de esa nueva modalidad de crimen, se encarga de proveer las falsificaciones necesarias para agilizar el viaje de las víctimas, que son tentadas con promesas de nuevas oportunidades y ofertas de trabajo, muy bien pagadas en el exterior. Así como Morena, Jéssica (Carolina Dieckmann), Rosângela (Paloma Bernardi), Waleska (Laryssa Días) entre otras chicas acaban cayendo en la trampa preparada por Wanda. Las jóvenes viajan pensando que rápidamente ganarían dinero suficiente como cambiar sus vidas y ayudar a sus familias, pero acaban siendo presas y esclavizadas. Ellas permanecen en un pequeño alojamiento en Turquía, donde son obligadas a trabajar prostituyéndose. La cuadrilla responsable por el tráfico está formada por Wanda, Irina (Vera Fischer), la encargada de la contabilidad y Russo (Adriano Garib), el jefe de seguridad, y quien mantiene a las jóvenes bajo amenaza de perjudicar a sus familias en Brasil. En el camino de Lívia está la competente delegada de policía, Heloísa (Giovanna Antonelli) quien está encargada de investigar los crímenes de tráfico de personas. Por ironía, el exmarido de Helô es Stênio (Alexandre Nero), el abogado de Lívia.