Vencer la culpa
Vencer la culpa retrata la vida de cuatro mujeres: Paloma (Claudia Martín), Manuela (Gabriela de la Garza), Amanda (María Sorté) y Yaneli (Romina Poza), cuyos destinos se entrelazan cuando una joven que no conocían a fondo, desaparece misteriosamente, además de superar la culpa por dicho suceso y las de otras razones.
Manuela es una madre soltera que se ha “partido el alma” por sacar adelante a su única hija. Esto la obliga a tener tres trabajos, pero se siente culpable de no poder acompañar el desarrollo de su hija, de ocultarle quién es su padre y no haberle dado una figura paterna. Pero el destino la unirá nuevamente a Leandro (Gabriel Soto), su exnovio y padre de su hija. Sin embargo, Manuela encontrará otra oportunidad en el amor con Pablo (Matías Novoa), quien carga con sus propias culpas con la desaparición de su hijo mayor.
Amanda es una mujer de nivel socioeconómico alto, levantó su pequeño negocio de productos para mascotas tras divorciarse de Everardo (Roberto Ballesteros), padre de sus hijos y quien fuese su marido, poniendo fin a un matrimonio de 40 años, de la cual, se siente culpable ante la presión de sus hijos por romper con un “matrimonio perfecto”, de haber callado años de maltrato y violencia.5
Manuela es una madre soltera que se ha “partido el alma” por sacar adelante a su única hija. Esto la obliga a tener tres trabajos, pero se siente culpable de no poder acompañar el desarrollo de su hija, de ocultarle quién es su padre y no haberle dado una figura paterna. Pero el destino la unirá nuevamente a Leandro (Gabriel Soto), su exnovio y padre de su hija. Sin embargo, Manuela encontrará otra oportunidad en el amor con Pablo (Matías Novoa), quien carga con sus propias culpas con la desaparición de su hijo mayor.
Amanda es una mujer de nivel socioeconómico alto, levantó su pequeño negocio de productos para mascotas tras divorciarse de Everardo (Roberto Ballesteros), padre de sus hijos y quien fuese su marido, poniendo fin a un matrimonio de 40 años, de la cual, se siente culpable ante la presión de sus hijos por romper con un “matrimonio perfecto”, de haber callado años de maltrato y violencia.5